El viernes tuvimos otra aburrida clase de Neumología. Vuelvo a pedir perdón a los neumólogos... Menudo peñazo de asignatura. A ver, supongo que si uno se mete con el tema puede acabar cogiéndole el tranquillo, como con todo, pero... Con la de cosas más interesantes que hay... Algún día pagaré por mis palabras.
En fin... Este fin de semana no he estudiado nada de Pediatría. Llevo diecisiete temas de cien. Qué mal... Tengo que ponerme las pilas YA porque el examen es dentro de dieciocho días. No puedo suspenderlo (supondría jugármelo todo el veintiséis de junio, con lo cual correría un riesgo enorme de volver a suspender y no poder presentarme al MIR y se alargaría el tiempo para acabar la carrera, que casi me fastidia aún más). Pues eso, que no me puedo permitir el lujo de suspender.
Llevo una temporada bastante agobiado, pero justamente hoy estoy más sereno. Probablemente por mezcla de tres cosas: inspiración divina, haber reflexionado y haber estado muy a gusto con una querida amiga que me cuida increíblemente bien. Doy gracias por las tres.
Me voy a dormir porque mañana empieza uno de mis últimos cuatro días de clase obligatorios. ¡Qué fuerte! ¡Qué ganas de terminar!
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