Esta mañana leía apasionadamente un libro sobre fases iniciales de psicosis. Y sin embargo, llevo una temporada con dudas acerca de si realmente mi futuro profesional se encuentra en el mundo de la psiquiatría. Todo sea dicho, en contexto de oscilaciones anímicas atribuibles a fenómenos tan simples como un día nublado, o una mala gestión de las emociones ante un acontecimiento adverso.
Me imagino a mí mismo en una profesión más humana o artística; sueño con que los días malos también pudieran estar integrados en el día a día de una profesión. Y supongo que esto también es posible en la psiquiatría, sin embargo todavía no he aprendido a hacerlo con arte.
Sin más, algunas cavilaciones...
martes, 26 de abril de 2016
Dudas vocacionales profesionales
sábado, 23 de abril de 2016
Lluvia, ansiolíticos, confusión y elección de plaza MIR
A veces pienso que quizás escribir todo lo que a uno le viene a la cabeza en un momento determinado puede tener un notable efecto ansiolítico. Voy a intentar comprobarlo una vez más.
Es importante también hacerlo con la máxima rapidez que uno pueda hacerlo.
En este preciso instante una querida amiga me ha comunicado que me regala el libro "Rayuela". Todo un clásico contemporáneo, si es que eso no es una contradicción. Sin tiempos verbales coherentes: en lenguaje moderno al más puro estilo de la serie Lost hablaríamos de flashbacks, flashforwards y presente paralelo (no recuerdo la terminología anglosajona).
No sé muy bien a qué viene esto, pero es parte del ejercicio. Es una descarga increíble de adrenalina. En mi caso creo que incluso me genera las famosas endorfinas. Sí, esas que supuestamente da el gimnasio. Y el ejercicio físico regular. Y tantas otras patrañas: no es que crea que nos engañan (a veces sí), simplemente es que parece que uno no pueda ser feliz si no adquiere las susodichas famosas.
Estos días algunos escogen plaza para el MIR. Hace dos años estuve yo ahí. Cada vez lo veo más lejano. Supongo que es normal... El paso del tiempo hace mella en la mente de uno.
Suenan sirenas. No sé si son ambulancias, la policía o los bomberos; la persiana está bajada porque llueve y no gusta que se mojen los cristales. Ésta podría colar como frase novelesca.
Algún día escribiré una. Es una de mis tareas pendientes. De hecho, empecé una. Ahí la tengo, guardada en uno de esos drives. Malditos catálogos digitales, no sé a quién se le ocurrió inventarlos... En realidad no me refiero tanto a la dualidad analógico-digital, sino más a conservar algún tipo de soporte físico para conservar determinados materiales. Con lo bien que me ha ido en más de una ocasión descubrir un viejo CD o papel perdido con información sumamente relevante (como si yo fuera alguien relevante... juas, juas). Tendré que hacerme con una máquina de escribir que funcione. Sería un sueño cumplido. Aunque me guste esto de los blogueros y sentirme moderno, adaptado al mundo de hoy en día.
Los días pasan. Nos ponemos nerviosos por unas cosas y por otras. Queremos salvar el mundo, y a veces no somos capaces ni de sacarnos adelante a nosotros mismos.
Es bien curioso: esta mañana hacíamos un ejercicio en grupo y se trataba de copiar lo que habíamos visto en una imagen durante 3 segundos, para evaluar nuestra capacidad de atención y percepción. Nadie, absolutamente nadie, ha acertado. Pero lo más increíble es que todos hemos escrito diferentes cosas en nuestros respectivos papeles.
Al mismo tiempo, me deprime la nula capacidad de introspección de algunos, insistentes saboteadores de la clase y afilados críticos guatsaperos posteriormente. Lo sé, es una crítica, y me gusta ser positivo. Pero no menciono nombres, por supuesto, y no pienso ir más allá.
Últimamente tengo ganas de lloriquear como un niño, pero las lágrimas no acaban de salir. Y luego encima me quejo de la poca introspección de los demás... O quizás ese no es el problema. No lo sé. Demasiados agobios y poca reflexión, eso sí lo sé. Debo exigirme rectificar y actuar más pausadamente.
De interés: ansiolíticos, elección de plaza MIR, elegir plaza para la residencia, elegir especialidad MIR, escoger especialidad MIR, escoger plaza MIR, psiquiatría MIR
Es importante también hacerlo con la máxima rapidez que uno pueda hacerlo.
En este preciso instante una querida amiga me ha comunicado que me regala el libro "Rayuela". Todo un clásico contemporáneo, si es que eso no es una contradicción. Sin tiempos verbales coherentes: en lenguaje moderno al más puro estilo de la serie Lost hablaríamos de flashbacks, flashforwards y presente paralelo (no recuerdo la terminología anglosajona).
No sé muy bien a qué viene esto, pero es parte del ejercicio. Es una descarga increíble de adrenalina. En mi caso creo que incluso me genera las famosas endorfinas. Sí, esas que supuestamente da el gimnasio. Y el ejercicio físico regular. Y tantas otras patrañas: no es que crea que nos engañan (a veces sí), simplemente es que parece que uno no pueda ser feliz si no adquiere las susodichas famosas.
Estos días algunos escogen plaza para el MIR. Hace dos años estuve yo ahí. Cada vez lo veo más lejano. Supongo que es normal... El paso del tiempo hace mella en la mente de uno.
Suenan sirenas. No sé si son ambulancias, la policía o los bomberos; la persiana está bajada porque llueve y no gusta que se mojen los cristales. Ésta podría colar como frase novelesca.
Algún día escribiré una. Es una de mis tareas pendientes. De hecho, empecé una. Ahí la tengo, guardada en uno de esos drives. Malditos catálogos digitales, no sé a quién se le ocurrió inventarlos... En realidad no me refiero tanto a la dualidad analógico-digital, sino más a conservar algún tipo de soporte físico para conservar determinados materiales. Con lo bien que me ha ido en más de una ocasión descubrir un viejo CD o papel perdido con información sumamente relevante (como si yo fuera alguien relevante... juas, juas). Tendré que hacerme con una máquina de escribir que funcione. Sería un sueño cumplido. Aunque me guste esto de los blogueros y sentirme moderno, adaptado al mundo de hoy en día.
Los días pasan. Nos ponemos nerviosos por unas cosas y por otras. Queremos salvar el mundo, y a veces no somos capaces ni de sacarnos adelante a nosotros mismos.
Es bien curioso: esta mañana hacíamos un ejercicio en grupo y se trataba de copiar lo que habíamos visto en una imagen durante 3 segundos, para evaluar nuestra capacidad de atención y percepción. Nadie, absolutamente nadie, ha acertado. Pero lo más increíble es que todos hemos escrito diferentes cosas en nuestros respectivos papeles.
Al mismo tiempo, me deprime la nula capacidad de introspección de algunos, insistentes saboteadores de la clase y afilados críticos guatsaperos posteriormente. Lo sé, es una crítica, y me gusta ser positivo. Pero no menciono nombres, por supuesto, y no pienso ir más allá.
Últimamente tengo ganas de lloriquear como un niño, pero las lágrimas no acaban de salir. Y luego encima me quejo de la poca introspección de los demás... O quizás ese no es el problema. No lo sé. Demasiados agobios y poca reflexión, eso sí lo sé. Debo exigirme rectificar y actuar más pausadamente.
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Rayuela
lunes, 4 de abril de 2016
A veces las cosas no salen como uno esperaba...
... y hay que continuar en el camino. Algunos parece que lo aguanten todo, por eso. Quizás tienen más desarrollada eso que los griegos llamaban virtud de la fortaleza. Pero en cualquier caso, muchas veces no somos conscientes del sufrimiento que padecen porque se han acostumbrado a mantener las formas, al más puro estilo de la educación victoriana.
Y entonces, nos ocurre algo a nosotros. Y nos duele. E incluso nos hunde. Por momentos, al menos. Y hacemos con los demás, aparentar que todo va bien.
Pero no se puede estar toda la vida así. El teatro puede ayudar durante horas. Días, incluso. Sin embargo, en algún momento acaba aflorando nuestra preocupación, muchas veces con una carga emocional importante asociada. Ese llanto que parece estar prohibido en una sociedad en la que se han psiquiatrizado tantas conductas humanas normales.
Han pasado ya dos años desde que estudié el MIR. A estas alturas, me carcomía por dentro la incertidumbre, la tristeza de pensar que no sabía si sacaría la plaza a la que aspiraba, e incluso de que si la sacaba quizás no me gustaría. Todo ello, mezclado con muchas preocupaciones más que no conseguía sacarme de encima.
Visto retrospectivamente, creo que quizás me hubiera ido bien contar con alguien que me dirigiera un poco más personalmente la preparación del MIR. No tanto los aspectos puramente académicos, sino también los emocionales. Llámese guía, coach, amiguete o psicólogo.
Es curioso hasta qué punto nos cuesta aceptar que nos brinden una ayuda, en especial a nosotros los profesionales sanitarios, que justamente dedicaremos toda una vida al servicio a los demás.
Para aquellos que estéis apurados... ¡dejaos ayudar por la familia! ¡por los amigos! En más de una ocasión también he podido comprobar que las personas no sólo necesitamos recibir ayuda, sino también darla a los demás.
De interés: psiquiatrización, psiquiatrización de la vida corriente, psiquiatría, tristeza, depresión, ansiedad, psicología MIR, coach para el MIR, psicólogo para el MIR, coach para el MIR
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