A veces uno se siente triste o alegre sin ningún motivo. Y ya está, se puede convivir con ello. Parece que tengamos que encontrar mil razones para sentirnos bien o mal, y al final, como bien hemos estudiado en la carrera, hay un puro equilibrio de hormonas y neurotransmisores que difícilmente controlamos. Desde aquí me declaro opositor de la "happy life" o el positivismo barato de moda. Hoy no es el mejor día de mi vida, pero toca esforzarse por darlo todo: sólo quedan cuatro días para el MIR y no me puedo dormir.
Hése.
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