martes, 24 de diciembre de 2013

Casa

Me he dado cuenta de que si algún día tengo una casa me gustaría que tuviera un balcón alargado (como el de casa del abuelo) para poder caminar de un lado al otro mientras me da el aire. Dejando que fluyan los pensamientos. Ah, y arrastrando los pies. Muy importante esto para contribuir a la sensación momentánea de que a uno le van empujando por la vida y no es todo un constante esforzarse por responder preguntas de mierda (ya sé que la broma es recurrente, pero es que es así: aún sigo con las malditas preguntas de diarrea).

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